Uno de los hitos más importantes de la historia reciente, tanto de Barcelona como de España, fue la celebración de los Juegos Olímpicos de 1992. Este acontecimiento internacional, además de citar a estrellas internacionales del deporte de aquel entonces, fue una oportunidad para situar a Barcelona en el mapa mundial y un escaparate de primer nivel a nivel artístico y cultural.
Aprovechando esta oportunidad, en el litoral costero de la ciudad se erigieron numerosas muestras escultóricas, representativas de distintas corrientes del arte contemporáneo del momento, a manos de los artistas más renombrados. En torno a la playa de la Barceloneta aún podemos admirar aquellas obras, que ya forman parte del patrimonio artístico de la ciudad
Una habitación donde siempre llueve
Esta instalación es obra del artista Juan Muñoz y está situada en la Plaça del Mar. Está compuesta por una galería de rejas donde «habitan» cinco figuras de bronce. La instalación está ubicada bajo tres árboles de gran tamaño que le aportan una sombra permanente. Aunque, como su nombre indica, estaba previsto que en la construcción «lloviera» de manera constante, la muerte prematura del autor dejó la obra inacabada, que es como se puede admirar a día de hoy junto a la playa de la Barceloneta.
Arte en la Barceloneta: La estrella herida
Obra de la escultora alemana Rebecca Horn, se planteó como un homenaje al barrio pescador de Barcelona por excelencia, además de una manera de «lavar la cara» a una zona que, por aquel entonces se encontraba algo degradada. Constituida como punto de conexión entre la ciudad y el mar, representa una estrella caída del cielo y consta de cuatro cubos de acero y cristal, apilados de manera asimétrica hasta alcanzar una altura de diez metros. Esta forma característica ha provocado que todo el mundo se refiera a ella como «Los Cubos» y ya la ha transformado en uno de los símbolos más característicos de la ciudad.
Crescendo Appare
Aunque lo normal para admirar cualquier escultura es mirar hacia arriba, para poder apreciar Crescendo Appare, obra del artista italiano Mario Merz, hay que mirar al suelo en el Paseo Joan de Borbó. Esta instalación consta de numerosas ventanas encastradas en el suelo y protegidas por un cristal blindado. Dentro de estos orificios están ubicados inmensos neones de color rojo, que representan los números de la secuencia matemática de Fibonnacci. Actualmente, el monumento se encuentra apagado y muestra signos de deterioro. Las autoridades, que la consideran patrimonio municipal, están elaborando un estudio para su reparación y recuperación, con el objetivo de que recupere su esplendor original.
La huella de Frank Gehry en Barcelona
«El Pez» del afamado Gehry se ha convertido en uno de los símbolos indiscutibles de la Barcelona postolímpica. El gran pez dorado parece flotar sobre el Mediterráneo. El sol se refleja sobre las escamas doradas de esta escultura en forma de pez que, con sus 56 metros de largo y 35 de altura, parece querer lanzarse al azul mar Mediterráneo sobre el que se encarama, dominando la fachada marítima del puerto olímpico y las playas de Barcelona.