Las acciones consensuadas conjuntas a nivel internacional que se están llevando a cabo por todos los países son el punto de partida para la mejora del medio ambiente. La lucha contra el cambio climático en Barcelona sitúa a la ciudad condal como una de las 43 ciudades más activas a nivel mundial en acciones para reducir el impacto de la contaminación.
Barcelona y el cambio climático, un asunto prioritario en la agenda
Una organización no gubernamental con sede en Reino Unido, Carbon Disclosure Project (CDP), ha elaborado un informe que evaluaba la calidad ambiental de las empresas en Europa. En este documento se realizaban encuestas que indagaban sobre los protocolos de medición de emisiones, las vulnerabilidades en el campo del cambio climático de las distintas ciudades y la existencia de planes de reducción de emisiones, entre otros asuntos. La lucha contra el cambio climático en Barcelona la ha situado a la cabeza de las ciudades europeas, según este informe, junto a ciudades como París o Nueva York.
Esto no sería posible si el cambio climático no fuera una preocupación real en la agenda institucional de la ciudad. Posiblemente, gran parte de la «culpa» de esta posición destacada la tenga el Plan Clima Barcelona, que se sustenta en dos pilares principales 1) la reducción de las emisiones de carbono en un 45% antes del año 2030 y 2) no realizar ninguna emisión de carbono — ser neutra en este componente — antes de 2050.
Un modelo de ciudad sostenible: las «supermanzanas»
La lucha contra el cambio climático en Barcelona implica la participación activa y la concienciación de sus habitantes. Esto es más fácil cuando se promueve e incentiva hacia un nuevo modelo de ciudad, de convivencia y de interacción con el espacio público.
En esta dirección va la iniciativa de la creación de Superilles, o «supermanzanas». ¿Qué son las supermanzanas? Se configuran como unidades urbanas constituidas por la suma de diversas manzanas de casas donde se pacifican las calles para recuperar espacio público para los peatones, se limita el tráfico motorizado y se da prioridad a la movilidad sostenible y al espacio compartido, verde y seguro.
Este plan de recuperación y «humanización» del espacio público implica la implementación, de manera coordinada y conjunta, de otros planes municipales como el de movilidad urbana, el compromiso de Barcelona por el clima o el Plan Verde y por la Biodiversidad. Gracias a estas y otras iniciativas la Ciudad Condal lanza un innegable y poderoso mensaje a todas las ciudades españolas y europeas: cualquier acción sostenible será el punto inicial de mejora para el futuro de las siguientes generaciones.