Si establecemos un paralelismo entre oficios y deportes, sin duda lo encontramos entre la minería y el ciclismo. Ambas actividades, con sus muchas diferencias, requieren esfuerzo y sacrificio, las dos destacan por su extrema dureza. Berga rinde homenaje el 17 de julio a la actividad que marcó la economía de la zona, desde mediados del siglo XIX hasta el siglo XX, con la III Ruta Minera, una marcha cicloturista exigente que destaca por la dureza y la belleza de su itinerario. La mejor manera para recordar a los hombres y mujeres que dejaron parte de sus vidas en la mina al tiempo que se practica deporte.
Las altas montañas de Berga son el escenario perfecto para la ruta más dura del calendario ciclista. El recorrido de 166 kilómetros arranca en Berga y discurre por 6 puertos – Coll de Batallola, Coll de Pradell, Coll de Josa, Coll de Port- Port del Comte y Coll de la Mina – para finalizar de nuevo en Berga. La dureza del itinerario llegará a su punto máximo en el Coll de Pradill ubicado a 1.732 metros, el pico más extremo y uno de los más desconocidos. Como contrapunto a la exigencia de la prueba, los participantes pueden deleitarse con un entorno natural de extrema belleza. Un paisaje protagonizado por la vegetación y los colores propios de la alta montaña.
El verdor del entorno poco deja entrever el negro pasado de una tierra marcada por la extracción de carbón. Fue a mediados del siglo XIX cuando en la comarca de Alt Berguedà empezaron a surgir pequeñas minas locales pero fue con la modernización de las explotaciones cuando se convirtió en la principal actividad económica llegando a emplear a 4.458 trabajadores. La modernización de las minas no mejoró las condiciones laborales de unos hombres que con el sudor de su frente sacaron el carbón que dejaría señales en su cuerpo de por vida. No menos esfuerzo requería el trabajo de unas mujeres que se dejaron las manos lavando la ropa de trabajo de los mineros.
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