Aunque la esencia se mantiene, el mundo del teatro es un ente en constante movimiento y evolución. El objetivo es continuamente el mismo: innovar y sorprender al espectador. Nada está escrito y todo es cuestionable. Por este motivo, siempre hay cabezas pensantes que consiguen revitalizar este arte manteniendo su espíritu. Un ejemplo de esa innovación es el microteatro, una nueva forma de disfrutar de la escena sin excusas de tiempo y dinero. Una especie de teatro exprés, pero de mucha calidad, que está calando poco a poco.
Una ciudad que irradia cultura por los cuatro costados como es Barcelona no podía permanecer ajena a esta nueva corriente que se está extendiendo por toda España. El formato es simple: en una sala de reducidas dimensiones se representa una obra de no más de quince minutos de duración ante un público que no supera las veinte personas. Todo ello a un precio reducido y con un contacto muy estrecho entre los intérpretes y los espectadores para conseguir que estos últimos se sientan partícipes de la escenificación. Un formato que reinventa el concepto clásico del teatro, que plantea un reto para actores y autores y que democratiza aún más este espectáculo eterno.
Hace casi tres años, el microteatro aterrizó en Barcelona a través de la iniciativa MINITea3 en el barrio de El Raval y de la mano de profesionales como Ramón Oller e Íngrid Rubio. Fue la semilla para que este nuevo concepto fuera calando en la ciudad condal y se sumara a la amplia oferta cultural existente. Un aspecto importante fue que actores de renombre como Unax Ugalde, Núria Gago y Manolo Caro fueron los protagonistas de estas obras en formato reducido. Una manera de demostrar que estábamos ante una iniciativa que iba muy en serio.
Posteriormente abrió sus puertas Microteatre Barcelona, en la conocida calle Bailén del barrio de Gracia. Esta iniciativa llegó a la ciudad después de haber triunfado en Madrid y, en estos momentos, goza de un amplio respaldo del público. Su filosofía se basa en el número 15: salas de 15 metros cuadrados que acogen obras de 15 minutos de duración para un aforo de 15 espectadores. En total cuenta con cinco salas con una programación estable y a un precio asequible para todos los públicos.
Pero el microteatro en Barcelona no se queda ahí. El festival Píndoles se ha convertido en un clásico a la hora de buscar nuevos autores para este tipo de espectáculo. Se trata de un formato muy atractivo en el que los creadores seleccionados ven cómo sus obras son representadas en un espacio privilegiado como es la Casa Josepa Marsans, una espectacular mansión modernista ubicada en el barcelonés barrio de Vallcarca, en el distrito de Gracia.
Nos encontramos ante una moda que ha llegado para quedarse y que obliga a que los autores teatrales le den una vuelta de tuerca a su imaginación para intentar sorprender, emocionar, divertir y maravillar al público en tan sólo quince minutos. Un ejercicio de creatividad que se está asentando en Barcelona, donde seguirán apareciendo nuevas iniciativas que apuesten por esta forma de entender el bello arte de la escena.