Barcelona le debe gran parte de los edificios más conocidos de la ciudad a la genialidad de Antonio Gaudí. Un edificio quizás no tan conocido pero que plasma a la perfección el estilo gaudiniano es el Palacio Güell. El maestro de Reus combino a la perfección las características del modernismo catalán con los estilos más orientales para diseñar la residencia de una de las familias más adineradas de la sociedad catalana de finales del siglo XIX.
Eusebio Güell tuvo un papel fundamental en la carrera profesional de Antonio Gaudí al confiar en él el diseño de multitud de edificios. Uno de los primeros encargos fue la construcción de la residencia familiar, el Palacio Güell. En ese momento, 1.886 Antonio Gaudí no contaba con demasiada experiencia y no había desarrollado el estilo propio que tanta gloria le daría. Prueba de ello son la multitud de soluciones artísticas, hasta veinticinco diseños diferentes, para la fachada del palacio. A pesar de sus dudas iniciales, el resultado es un edificio modernista adaptado a un contexto doméstico con características propias de los estilos orientales sin perder las formas, colores y materiales que marcarían el estilo Gaudí.
Situada en la calle Nou de la Rambla, la fachada del Palacio Güell es un impresionante edificio de piedra del Garraf de tres plantas donde dos puertas de hierro forjado de grandes dimensiones recibían a los invitados que llegaban a caballo. Sus instalaciones fueron el hogar de la familia hasta que trasladaron su residencia al Parque Güell. En el diseño interior, el arquitecto combina los espacios donde las formas y los materiales cobran vida, con formas con soluciones artísticas novedosas para adaptarse a la intensa vida social y familiar. El Palacio era un lugar de recepción para la alta sociedad catalana y la residencia de los Güell y sus 10 hijos. La decoración mudéjar es especialmente palpable en los techos labrados en madera y hierro. El broche de oro a este singular edificio lo pone la azotea. Su diseño recuerda a la Casa Milà en un espacio de más de 400 m2 protagonizado por seis grandes chimeneas decoradas con una llamativa cerámica.
Tras la muerte de Güell
A la muerte de Eusebio Güell, el Palacio pasó a manos de sus herederos. A pesar de que la familia recibió varias ofertas para la venta del edificio, la hija de Güell decidió cederlo al Ayuntamiento de Barcelona a cambio de una pensión vitalicia para ella y el compromiso de mantener la estructura y destinarlo a fines culturales.
Tras varios procesos de restauración, el Palacio Güell fue abierto al público en 2.001. Actualmente, permanece abierto todos los días excepto los lunes y los festivos con una tarifa general de 12€. Gracias a la generosidad de la familia Güell y la confianza que depositó en el maestro Gaudí, el Palacio Güell es uno de los principales espacios culturales de Barcelona con actividades y conciertos destinados a diferentes públicos, sin dejar de lado la puesta en valor de su patrimonio arquitectónico para disfrute de todos los visitantes.